jueves, 9 de abril de 2015

CUANDO ALGUIEN TE AMA...


CUANDO ALGUIEN TE AMA...

Foto de XENR.


     Cuando alguien sin darse cuenta te hace sentir en las nubes, en el cielo mismo tan solo con su presencia, que afortunado se es a veces, pensó, de alguna manera aquella tarde, en aquel instante un brillo de filosofía pura estaba en su mirar, pues mil y una verdad llegaban a su mente a través de su mirar, curiosamente no era de los que piensa mucho, no tenia tiempo comúnmente para reflexionar, es mas si lo pensaba era la primera vez que hacia ese tipo de cosas, no es que no fuesen importantes, solo que no le daba la gana perder sus tiempos observando personas en la calle, pero esa tarde era diferente a la de ayer, y a la de un día antes de esa, y tan atrás como se acordaba, no había una tan especial como esa.

     Pero cuando alguien te da un mundo de cuidados de verdad, se puede apreciar tanto los cuidados, cuando se es uno viejo, estando sentado en este parque, no es común ver esta hermosa luz de la tarde, cuando no hace calor, pero esta tan bien iluminado, que se puede apreciar las cosas tan claramente como pocas ocasiones en la vida, estando ahí sentado en esa banca observando las diferentes personas que estaban por allí pasando, paseando, trabajando, cada uno inmerso en su mundo que no parecieran siquiera que se cruzaran unos con otros, es como si estuviesen en diferentes realidades, tan disimiles que no son conscientes los unos con los otros, pero sin embargo comparten cosas.


     Debe ser su hija, o quizás una enfermera a la cual le pagan por darle los cuidados que los hijos no pueden, o por su mirar puede ser que nunca tuvo hijos, es por eso que ahora al final de su vida debe pagar por ser atendido, es importante ser cuidado cuando uno ya es viejo, recordó a sus padres y a sus abuelos, como vivieron en casa, en la misma casa de la familia desde hace generaciones, pues ha pasado por tantos, que en verdad ya no se sabe de quien es solo que es de los Perez que siempre han estado allí, como el sol o la luna, de alguna manera simpática, eran los de la cuadra, viéndola así, tan atenta tan cuidadosa al momento de acercarle la cuchara para darle nieve en la boca, le limpia, le sonríe y vuelve a repetir la operación, tantas veces que no parece terminar ese instante, estando allí sentado observando a ese hombre en sus ochentas, pensó, como serian los propios ya casi en sus cuarenta, sin nadie en su vida pensó que sus miedos fueron los que se reflejaron en aquella escena, alguien que cariñosamente le cuidase a él mismo cuando llegue a esa edad.

 Tan lejanos unos de los otros, pero tan cercanos que pueden sentirse respirar uno al lado del otro, compartimos tantas cosas, y en este parque, sentado así nada mas, se comparte aun mas, el aire, el sol, el tiempo, el pasto, los sonidos, algunas de las cosas mas sencillas pero mas significativas, recordó cuando tenia 4 años, quizás su recuerdo mas intenso, el primer que con tanta fuerza que no podía sacarlo de su mente, cada vez que pensaba en el pasado, aun si fuese de dos o tres horas antes, o de décadas, su primer recuerdo era el tomado de la mano de su hermana, que tenia un dulce olor a guayaba, del árbol a donde iban a cortar cada temporada, para hacer conserva, para tener el resto del año, había una luz de atardecer quizás las 7, pero delante suyo sus otros hermanos haciendo mucho, risas, y allí su madre tan serena como siempre, como un gran roble, y a su alrededor los demás saltando, se sentía la seguridad de su cercanía, de su amor.

 Aquella mujer que se levantaba todos los días antes de que el sol, una vez pensó que era ella quien lo despertaba y guardaba la luna, siempre se despertaba por el sonido de su madre preparando el desayuno, vertido con una camisa y una trusa, descalzo, se paraba pequeñito, callado, excitado, viendo a su madre de allí para allá, era como un baile sincronizado, que le gustaba ver todas las veces que fuese posible, necesario, pues le gustaba guardar esos momentos para si mismo, ella siempre supo que estaba allí, pero hacia cara de sorpresa, cuando lo descubría, reía y lo levantaba en vilo, hasta la orilla de la mesa, donde sus piernecitas colgaban, de alguna manera mágica, ya para entonces mama, le había puesto una tasa de canela en una mano y una enorme galleta de molino de viento, su favorita, en la otra, para que no estuviese con el estomago vacío, era tan entretenido, que el tiempo parecía detenerse, una gran burbuja se formaba en aquella cocina donde hijo y madre, eran cómplices de esa gran fiesta, que se reventaba cuando el bullicio de sus hermanos y hermanas se hacían presente, entonces, era bajado, pero el se iba a su cama a seguir soñando, esperando que el silencio se hiciera nuevamente en toda la casa, para comenzar su día.

Su madre, como muchas de las mujeres que estaban en ese parque, demostraban su amor, con acciones, no recordaba ninguna ocasión en la que ella hubiese dicho que amaba a alguien, pero, no hacia falta, ella era capaz de hacer sentir especial a cada uno de sus hijos, a las personas con las cuales se encontraba en cada día, a doña Anita, la señora de 90 y tantos que vivía a la vuelta de la casa a la cual todos los días desde que el recordaba hasta que murió no recuerda cuando, le hacia todo sus deberes y le daba de comer, a veces el tuvo que llevarle, y recoger los platos, platicas con ella, no le gusta comer sola, decía mama, y me quedaba allí, no se movía mucho, pero tenia una mirada tan llena de amor, recuerdos y fe, me gustaba también estar cerca de ella, me hacia sentir tranquilo, pensó, pero su madre conocía a todos los del barrio, y en todos ellos había una sonrisa cuando ella pasaba, nunca faltaba el tiempo para un saludo, una caridad, una ayuda, un plato de comida, una canela, cuando era cumpleaños de alguno de nosotros, llevábamos pastel del que mama hacia a cada uno de los vecinos, junto con un plato de pozole, durante las fiestas de fin de año, mama iba a todas las posadas a ayudar, en los funerales siempre estaba en la cocina de cualquier casa donde hubiese un muertito, siempre hay que ser comedidos, nos recordaba siempre.

En aquel parque, en aquella tarde una sonrisa se dibujo en sus labios, pensar que comenzó filosofando, para sin darse cuenta ir a un viaje hacia su interior, al lugar donde estaba la felicidad, tan pura como se puede desear, y pensar que debería hacerlo mas seguido, sentarse en aquella banca y recordar, sobre el amor, sobre lo mas intenso del amor, del mundo, pero también de tomarse un tiempo,para recordar que la vida es tan bella, como uno deja que sea, no sabia del futuro pero si sabia detener el tiempo tan solo con desear estar allí presente en cada acto de un momento cualquiera, y esa  tarde solo estuvo presente... como estuvo presente en las mañanas con su madre...


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