Es igualmente apremiante que en cualquier momento de nuestro día, semana o mes, poder hacer reflexiones acerca de como es que nos vemos, las inquietudes de nuestra alma, cuerpo y espíritu, de cualquier manera la forma en que actuamos nos lleva de una u otra manera a donde deseamos, o donde dejamos que nos arrastre la vida si no decidimos a conciencia.
Pero, como decidir lo que es bueno para mi de lo que no lo es, quizás es igualmente difícil decidir lo que nos conviene en ciertos momentos porque tenemos dividido nuestras ideas, nuestras emociones, nuestros sentimientos, ocasionalmente nos preguntamos si nuestras decisiones son las correctas, si podemos confiar verdaderamente en nuestra intuición, a la hora de realizar las cosas que nos llevaran a cumplir con aquellas metas que tenemos planteadas.
Nos llenamos cotidianamente de información, proveniente de lo que escuchamos, leemos, por todos lados somos bombardeados de la necesidad de cambios, de alternativas para ser felices, para llegar a realizar nuestros sueños, o las metas que socialmente nos dicen que tenemos que realizar, pues por medio de ellos seremos plenos y absolutamente felices, pero creo que en verdad, la mayor parte del tiempo nos quedamos tan solo en imaginería, es decir solo planeamos o decimos que vamos a realizar, pero no pasa de allí, y escuchamos personas con grandes ideas, ideales, grandes pensadores, transformadores de la sociedad, que no quedan pasan de un instante de lucidez.
Pero quizás, tan doloroso nos resulta cambiar, dirigirnos a donde verdaderamente deseamos estar y hacer, que es mas fácil dejarnos llevar por esa corriente tan poderosa que es la rutina cotidiana, donde el mañana esta a la vuelta de la esquina, tan tangible que podemos tocarla si nos lo proponemos, pero como en todo espejismo, al acercarnos este se aleja o se desvanece, dejándonos con la incertidumbre de donde nos encontramos, es como si estuviéramos en el espacio infinito por las posibilidades de ir a donde queríamos, pero sin una directiva o una decisión estaremos flotando hasta el final, cuando sea demasiado pesado para nuestra mente hacer otra cosa.
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